Todos podemos ver que en nuestra sociedad de hoy en día estamos bombardeados por anuncios publicitarios. En el cine, la radio, la televisión, la prensa, en la calle... Un estudio asegura que recibimos al menos 3000 impactos publicitarios al día. Muchos nos incitan al consumo; otros, en cambio, nos invitan a adoptar determinadas actitudes, como cuidar el medio ambiente o conducir con prudencia. La publicidad es un claro ejemplo de uno de los factores con los que convivimos, aunque mucho de los cuales no nos percatamos siquiera de su presencia. Pero, ¿Cómo son estos anuncios?, ¿qué valores nos transmiten?...
La publicidad nos afecta, y como nos afecta, sentimos, captamos y entendemos lo que nos transmite (puede molestar, hacer reír,…) Por eso es importante analizar un anuncio. Para ello hay que analizar su significante y su significado. El primero de ellos es cómo el anuncio llega a nuestros sentidos (su colorido, slogan, etc.), y el segundo, es lo que de verdad nos quieren decir con los elementos del significante. Es decir, con el slogan, por ejemplo, ¿qué nos quieren vender realmente?, o con su colorido, luz,… ¿qué nos quieren transmitir? Ambos, significante y significado, nos transmiten valores o contravalores que, posteriormente podremos aceptar o rechazar.
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